El impacto económico de los embarazos en adolescentes en el país asciende a RD$3,652 millones (73 millones de dólares), equivalentes al 0.09 % del producto interno bruto (PIB), según un estudio del Fondo de Población de las Naciones Unidas (Unfpa).
Sin embargo, este monto, que representa la pérdida absoluta de ingresos que dejaron de percibir las mujeres que tuvieron su primer hijo en la adolescencia, sería 2.66 veces mayor, equivalente a 0.23 % del PIB, si se incluyeran en la medición los hogares donde el jefe de hogar es hombre.
Los resultados son parte del estudio “Consecuencias socioeconómicas del embarazo adolescente en la República Dominicana”, presentado por Unfpa en el marco de la conmemoración del Día Mundial de la Población 2021, se informó en un comunicado de prensa.
Las estimaciones fueron obtenidas a través de la implementación, con datos de 2018, de la “Metodología para estimar el impacto socioeconómico del embarazo y la maternidad adolescentes en países de América Latina y el Caribe”, denominada Milena 1.0, diseñada por la Oficina Regional del Unfpa.
La investigación estableció que en materia de salud, el embarazo y la maternidad adolescentes comprometen al menos 1,053 millones de pesos del Estado en cuidado y atención para el embarazo, parto, puerperio y atención de recién nacidos de adolescentes de 10 a 19 años.
A esto se suma la pérdida fatal que representan las niñas y adolescentes afectadas por la mortalidad materna, estimadas en 123 por cada 100 mil nacimientos de madres en ese grupo etario, quienes hubieran aportado 193 millones de pesos dominicanos durante su vida productiva.
Menos educación es uno de los eslabones de la extensa cadena de repercusiones negativas que se identifican en el estudio, que afectan a las adolescentes, a sus hijos, familias, comunidades y al país.
De cada 10 adolescentes que se embarazan, seis no concluyen la educación secundaria y solo 6 % completa estudios universitarios, por lo que dejan de percibir anualmente RD$2,569 millones, debido al menor nivel educativo alcanzado, en comparación con las mujeres que fueron madres adultas.
En la actualidad, casi 200 mil niñas y adolescentes dominicanas, es decir, el 20 %, están en riesgo de atravesar la experiencia del embarazo y la maternidad precoces. Solo en el 2019, nacieron 28,791 niños de madres entre los 10 y los 19 años, lo que equivale al 24.5 % de los nacimientos que ocurrieron en el país, de acuerdo a datos del Servicio Nacional de Salud.
Las causas
En la realidad dominicana prevalecen factores claves que dan origen a estos embarazos. Entre estos la falta de educación integral de la sexualidad.
Antes de la pandemia por el coronavirus COVID-19, 68 de cada 100 estudiantes no recibían ningún tipo de educación en sexualidad, pese a que la iniciación sexual es cada vez más temprana, con 41% de las adolescentes dominicanas ya iniciadas. Este último porcentaje aumenta a 60.9 en el caso de las niñas y adolescentes del grupo socioeconómico más bajo”, explicó
Harold Robinson, director regional del Unfpa para América Latina y el Caribe, señaló que entre los factores claves está la falta de educación integral de la sexualidad.
Detalló que antes de la pandemia, 68 de cada 100 estudiantes no recibían ningún tipo de educación en sexualidad, pese a que la iniciación sexual es cada vez más temprana, con 41 % de las adolescentes dominicanas ya iniciadas.
“Este último porcentaje aumenta a 60.9 en el caso de las niñas y adolescentes del grupo socioeconómico más bajo”, explicó.
El funcionario destacó que otro factor es el acceso a anticonceptivos, en lo cual el país reporta una necesidad insatisfecha de 27 % entre las adolescentes sexualmente activas.
También dijo que influyen la desigualdad de género y la prevalencia de matrimonios infantiles y uniones tempranas antes de los 18 años, lo que se presenta en 36 % de las adolescentes dominicanas.
En la parte final del documento, el Unfpa recomendó una serie de recomendaciones de políticas aceleradoras de la reducción de los embarazos, entre las que se incluye proveer a adolescentes servicios integrales, amigables y de calidad, con énfasis en salud sexual y reproductiva, incluyendo anticoncepción.
También, implementar la educación integral de la sexualidad y avanzar en la reducción de prácticas nocivas como la violencia en el noviazgo, los abusos sexuales y las uniones tempranas.