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El Dilema frente a Haití

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Milton Olivo
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Por Milton Olivo

Haití, sabe que está violentando un acuerdo pactado, lo que es irrespetar la soberanía de RD. RD es un país pacifico y alegre, pero enérgico y valiente cuando es provocado. Esas fuerzas Militares en la frontera, no es para exhibirlas. Es para hacer cumplir lo pactado.

Los haitianos deben terminar de comprender, que el mundo no es un potrero. Que hay reglas. Y que los acuerdos entre los países, es asunto de honor, y deben cumplirse. Que pueblos con espíritu Espartano como el dominicano, el criterio es simple; «Por la razón o por la fuerza».

Los dominicanos, queremos lo mejor para Haití, y los haitianos, pero en Haití. Ciertamente, por sus costumbres primitivas y su nivel elemental preferimos no tenerlos en nuestro territorio. Pero como especie humana y nosotros como cristianos, somos y siempre hemos sido solidarios.

Los gobiernos de RD, tienen décadas insistiendo ante la comunidad internacional de la necesidad de ir en auxilio de Haití. Necesidad hoy agravada por la violencia y las bandas terroristas que se dividen su territorio. Haití requiere una Reforma Agraria, que distribuya las tierras entre las familias, para crearles oportunidades.

Creo que el mensaje en la indiferencia del mundo hacia el problema haitiano es simple; «Dominicanos ese es problema de ustedes». Lo que dicta es prepararnos para asumir la solución a ese problema. Y poner orden en ese territorio y redistribuir la tierra por justicia social.

Haití no es una nación. Es una confluencia de tribus africanas, que carecen de una cosmovisión existencial común. Con un nivel de primitivismo que se refleja en sus costumbres y creencias, cuyo norte es buscar para consumir, al margen de toda consideración ética occidental.

RD debe ver Haití como a una familia de niños huérfanos vecinos. A quienes toca ayudar a sobrevivir en su hogar, porque  son y han sido incapaces de vivir en paz y evolucionar. Y quienes además, de forma progresiva  destruyen su  propio habitad, perjudicándose y perjudicándonos con su mudanza a nuestro hogar. 

Nuestro destino es controlarlos, redistribuirles las tierras, y convertirlos en productores agrícolas para alimentar nuestras agroindustrias, para convertir esa producción y productos de consumo local y exportación.

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