El líder de la principal banda armada de Haití, Jimmy Cherizier, alias Barbecue, fusil al cuello y una pistola en el pantalón, trató de mostrarse este miércoles como un buen hombre preocupado por el país y por la gente más pobre.
Barbecue manifestó su malestar porque los medios se refieran a su grupo, el G9 Fanmi e Alye, como “pandillas, gangs, bandidos”, aunque asegura que
su banda “no es un partido político y nunca lo será. Es un movimiento armado”.
“No somos partidarios del PHTK (partido fundado por Michel Martelly), ni jovenelistas. Somos patriotas. Somos haitianos que luchan por un cambio real”, zanjó.
Tras leer un largo comunicado de prensa cargando contra el Gobierno y el primer ministro, Ariel Henry, el capo se hizo acompañar por los medios en un recorrido por el mísero barrio de La Saline, lugar donde su banda sustituye al Estado y Barbecue es la máxima autoridad.
Barbecue asegura que su lucha es contra “la oligarquía”, el 5 % de la población más rico que, junto con los políticos, retiene el 95 % de la riqueza del país”. Señaló en especial a la minoría de origen sirio y libanés, que controlan importantes empresas y bancos del país más pobre de América.
“Es una batalla contra el sistema, contra los oligarcas corruptos”, dijo Barbecue, quien acusa a esa burguesía de distribuir armas en los barrios obreros para “controlar el sistema”.
Esas armas, afirma, “hoy elegimos tomarlas, usarlas contra quienes nos las dieron para liberar el país”.
También arremetió contra las organizaciones de derechos humanos que, a su entender, son inexistentes como tal, las considera “partidos políticos” y las acusa de difundir mentiras en los informes en los que le señalan de ser el responsable de cometer masacres.