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Trabajadoras sexuales virtuales en Santiago se quejan de estafas

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Ciudadanos, principalmen­te mujeres que manejeban negocios establecidos por internet especializados en sexo virtual en todas sus formas, expresaron que­jas porque las extorsiones por las redes sociales han afectado sensiblemente sus operaciones.

Es el caso de la “La Clásica Mayor”, como se identifica Yeisi Amarante en Facebo­ok, quien recuerda que te­nía una pequeña compañía de videollamadas en la ave­nida 27 de Febrero, de esta ciudad, en la que trabajaban cinco mujeres en edades de entre 21 a 25 años, y que a todas “les iba bien”.

Sin embargo, ahora lamenta que están desempleadas por­que su negocio, aunque no ha quebrado por completo, ha bajado grandemente su demanda.

Esta mujer, que ahora tiene un salón de belleza y un cen­tro de masaje aquí, aunque admite que cuando se lo pi­de un cliente le ofrece sexo virtual, reconoce que “ya no es lo mismo”, porque las ex­torsiones y los chantajes por las redes sociales “ha tumba­do todo”.

Antes, dijo, ella y sus emplea­das tenían sexo por intenet hasta con 30 hombres al día, cada una, y hasta con muje­res lesbianas.

Cobraban de entre 4 a 8 dó­lares y de entre 5 a 6 euros a los extranjeros, entre ellos mujeres, y a los dominica­nos de entre 2,000, 2,500 y 3,000 pesos.

La mayoría de sus clientes eran europeos, estadouni­denses, dominicanos y puer­torriqueños.

Una de las jóvenes en este negocio informó que había días cuando ganaba el equi­valente a 40 y 45 mil pesos dominicanos, porque había clientes que, al segundo día, dejaban propinas.

Aunque no quiso revelar su nombre, añadió que pagaba sus estudios por esta forma de prostitución, mantenía a su hija de un año de edad y ayudaba a sus padres que re­siden en La Vega. Pero ahora, se lamenta, el ambiente ha cambiado, por la extorsión a través de las redes sociales.

Cómo funciona el negocio
Yeisi Amarante indicó que el negocio funciona por video­llamadas a través de plata­formas de redes sociales y de cámaras instaladas en com­putadoras.

Una mujer excita al hombre con gestos, movimientos, to­ques de sus pechos, genitales y otra zonas, para llamar la atención.

Luego terminan tocándose sus partes íntimas, hasta que la persona que pide el servi­cio sexual alcanza el orgas­mo. Las mujrres son minoría, en comparación con los hom­bres, en la demanda de este servicio, según Amarante.

Clientes no engañaban
Dijo que no hay denuncias de que algún cliente las haya en­gañado, porque tenían dispo­sitivos tecnológicos especia­les, en los que se aseguraban que el cliente, luego que de­positaba el dinero, acorde con la tarifa acordada, era confiable para iniciar el pro­ceso.

Pero su mayor descontento consiste ahora, porque debi­do a las extorsiones, los hom­bres y mujeres tienen miedo de practicar sexo a través de videosllamadas, porque te­men a que los graben y luego quieran chantajearlos (as).

Algunas de esas mujeres aho­ra se dedican a la venta de fo­tos y videos, pero el negocio no es igual, alegando que en el internet hay mucha com­petencia, aparte de que “son víctimas de vivos que nunca terminan observando el con­trato, a pesar de que les en­vían de una a dos fotos como muestras, tal como se los pi­den.

La venezolana Yantal Bra­cho expresó que hace un año y seis meses trabajaba en un centro de servicios sexuales en vivo vía internet, pero que con la pandemia lo cerraron, además de que esos estable­cimientos están en picada por los delincuentes que per­noctan en las redes sociales.

Sostiene que actualmente se dedica a vender fotos y vi­deos de ellas, pero que no les está yendo tan bien, como antes.

Amarante comenta que las extorsionadoras actúan en complicidad con hombres, algunos de ellos reclusos de diferentes cárceles del país.

Hace al menos nueve años el Ministerio Público en Santia­go, cerró un centro de video­llamadas que se dedicaba al sexo virtual que operaba en la avenida Las Carreras de Santiago. Algunas personas, la mayoría mujeres fueron arrestadas, aunque liberta­das después. El centro fue ce­rrado.

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