El mercado negro, una utopía para ser controlada

«La utopía está en el horizonte. Camino dos pasos, ella se aleja dos pasos y el horizonte se corre diez pasos más allá. ¿Entonces para qué sirve la utopía? Para eso, sirve para caminar.»Eduardo Galeano“

Tomás Moro escribió su obra maestra Utopía en 1516, donde define lo que era una isla imaginaria con un sistema político, social y legal perfecto.

Así mismo, es pensar erradicar mediante una ley la venta de boletas paradas y sin numeración para los eventos deportivos o artísticos de forma excesiva, donde la violación se pagaría con multas de entre 10 y 20 salarios mínimos del sector público, esta buena intención me luce una utopía al cubo.

La iniciativa, de la autoría del senador perremeísta por El Seibo, Santiago José Zorrilla, contempla que en el caso de que se produzcan circunstancias agravantes que afecten la integridad física de las personas asistentes y si no se observaron las disposiciones legales, los organizadores de ese tipo de actividad serían pasibles de una multa de entre 30 a 50 salarios mínimos del sector público y el impedimento de realizar espectáculos públicos durante un año.

Y este viejo bohemio se pregunta: ¿Se aplicará a los espectadores que asistan a los actos políticos y los teteos?

Esa iniciativa se parece mucho a la de controlar el Mercado Negro que nació con nuestro principal pasatiempo: El béisbol.

Esta historia sobre el Mercado Negro sucedió el 23 de octubre de 1955, día inaugural del Estadio Trujillo, con el Jefe presente, donde operó el Mercado Negro y fueron apresados en la parte frontal 13 revendedores de boletas, donde dos de ellos lograron evadir las responsabilidades penales, uno por ser menor de edad, quien fue enviado al tribunal tutelar de menores, y el otro, una persona con discapacidad de nombre Marcelino Tavárez, desconocido en Ciudad Trujillo, pero muy popular en Higüey, donde lo apodaban La Verónica.

La Policía Nacional, al mando del coronel Federico Fiallo, tenía su destacamento en el estadio, y lo atrapó con dos entradas de preferencia, siendo sometido a la justicia. La Verónica alegó en el tribunal, que “eso no es prueba suficiente señor juez para yo ser condenado”. Y agregó: “Esas dos boletas me las entregó un señor para que se las guardara”, y sazonó su defensa con unos artificios dramáticos que provocaron la risa de los presentes y del juez José Reyes Santiago. La Verónica fue descargado por insuficiencia de pruebas.

Recuerdo cuando el general Persio Lugo y Lugo (La Salsa) realizaba sus efectivas redadas en el Estadio Quisqueya contra los revendedores de boletas, y alguien se les fugaba, “El Jurey”, EPD, un pionero del Mercado Negro nos decía “se les salvó como La Verónica”.

¿Y qué pasó con los otros once? Fueron condenados al pago de una multa de RD$20.00.

O sea, que el Mercado Negro es perseguido y condenado desde hace mucho tiempo y hoy opera sin que tener que sudar y correr, ya que es “on line” por las redes sociales y así pasará con la venta de boletas paradas, que se puede “controlar” mediante una Resolución Municipal a través de los Bomberos.

¡Basta Ya! como dijo Viriato a tantas leyes para que vayan a “vivir” al “archivo muerto”.